LA CONSOLIDACION DE DOS POTENCIAS EUROPEAS.
Inglaterra fue un país que se mantuvo al margen de las revoluciones políticas del resto de Europa, lo que le permitió gozar de gran estabilidad. El reinado de Victoria (1837-1901) fue el símbolo de esa estabilidad, ya que bajo su reinado el país alcanzó un gran apogeo en todos los campos, en lo que se conoce como era victoriana.
Luego de la revolución de 1848, Francia se convirtió en república. Pero en 1852, sectores conservadores promovieron la monarquía constitucional. Bajo el reinado de Napoleón III, se conformó el Segundo Imperio. Hasta 1870, en Francia se dio un sistema que combinaba el liberalismo económico y la industrialización, con el autoritarismo y la censura.
LA UNIFICACION ITALIANA.
La revolución de 1848, fue un hecho que sirvió para promover la unificación política del país. Víctor Manuel, rey de Cerdeña y Piamonte, inició el proceso al unir las distintas fuerzas políticas del país.
- Con el apoyo de Francia y de líderes como Couver y Mazzini, se promovió una guerra en la que se le arrebató Lombardía a Austria. Luego de la anexión, en el centro de la península se dieron levantamientos populares a favor de la unión.
- En Nápoles Garibaldi promovió una rebelión contra el régimen absolutista de Francisco II. Así, el Reino de las Dos Sicilias y parte de los estados Pontificios se integraron a Italia.
- El nuevo estado se proclamó en 1861, bajo una monarquía constitucional. Con el apoyo de Prusia, Venecia se integró en 1866 y el gobierno se trasladó a Roma en 1871.
LA UNIFICACION ALEMANA.
En Europa central, el reino de Prusia se convirtió en el Estado más poderoso; alrededor suyo surgirá una nueva potencia, Alemania.
El congreso de Viena creó la confederación germánica, la cual, bajo la tutela de Austria unía a todos los pueblos europeos de lengua alemana. La unión aduanera promovida por la revolución industrial, despertó el nacionalismo de Prusia y el interés del Káiser Guillermo I en excluir a Austria de la Unión. Éste en 1861 nombró como canciller a Otto von Bismarck, quien impulsó una política exterior agresiva.
Desde este momento, las relaciones de Prusia con sus vecinos se fundamentaron en el poderío militar. Prusia emprendió dos guerras, una contra Dinamarca y otra contra Austria. La victoria aseguró la creación de la confederación del norte de Alemania, dominada por Prusia. En 1870, Bismarck emprendió una guerra contra Francia, le arrebató provincias y selló la unión con la proclamación del Imperio Alemán.
Los nacionalismos en Europa Oriental.
Austria al ser marginada del proceso de unificación alemana buscó una alianza con Hungría para fortalecerse. Así nace en 1867 el estado Austro-Húngaro, un imperio dominado por dos naciones. La unión aseguró la estabilidad económica y el fortalecimiento de la burguesía local.
Rusia continuó en el siglo XIX con su etapa de expansión, ocupando países de Europa oriental y Asia central. La economía agraria y feudal sostuvo una sólida monarquía que ejercicio una fuerte presión sobre sus vecinos, lo que sofocó las aspiraciones nacionalistas en los países del Báltico.
En los Balcanes, surgieron una serie de minorías nacionales dominadas por Rusia, Turquía y Austria. Los conflictos desatados por este hecho se conocen como la cuestión balcánica. Las insurrecciones populares provocaron una guerra entre Rusia y Turquía. Los territorios en conflicto se repartieron el Congreso de Berlín de 1878 el cual le concedió la independencia a Serbia, Rumania, Montenegro y Albania. Algunas provincias del Imperio Turco fueron ocupadas por Austria, Grecia, Rusia e Inglaterra.
El esplendor en Europa occidental.
En Inglaterra y Francia, se consolidó la democracia, debido a la culminación de diversas reformas políticas y sociales. En ambos países se fortaleció la industria y se impulsaron políticas de expansión colonial en África y Asia. Alemania mientras tanto se convirtió en eje de la diplomacia europea.
El desarrollo industrial incidió en el aumento de población urbana y en las ciudades mejoraron las condiciones sociales.
Los sindicatos crecieron gracias a su legalización y al impulso de reformas laborales, que permitieron sistemas de trabajo más equitativos.
En las ciudades de Europa occidental se experimentaron una serie de avances técnicos. Aparecieron los primeros sistemas de luz eléctrica, transporte público y el siglo finalizó con la popularización de diversiones como el cine. Durante esta etapa, la vida burguesa alcanzó su esplendor.
Los nuevos problemas sociales y la nueva mentalidad incentivaron el desarrollo científico. Bajo este impulso, Darwin planteó la teoría de la evolución, los arqueólogos descubrieron las civilizaciones antiguas y los geógrafos completaron el mapa del mundo.
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